Cuentan que un cargador de agua de la India tenía dos grandes tinajas de barro que colgaban a los extremos de un palo y lo llevaba diariamente encima de sus hombros.
Una de las tinajas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba todo el agua. Al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, cuando llegaba, la tinaja con grietas sólo contenía la mitad del agua.
Durante varios años eso ocurrió así diariamente. Desde luego la tinaja perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pués se sabía magistral para los fines que fue creada.
Sin embargo, la tinaja agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía era su obligación.
La tinaja quebrada, luego de dos años de trabajo habla con el aguador y le dice: Estoy avergonzada y me quiero disculpar con usted porque debido a mis grietas sólo puedo entregar la mitad de mi capacidad y por tanto sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.
El aguador compasivamente le dijo a la tinaja: Cuando regresemos a la casa quiero que veas las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino. Así lo hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchas flores hermosas a lo largo del camino, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de ella la mitad del agua que debía llevar.
El aguador concluyó entonces: ¿ Te diste cuenta que las flores sólo crecen en el lado de tu camino?. Siempre he conocido de tus grietas y he sacado lo positivo de ellas. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por la parte que tu vas y todos los días las has regado y por años yo he podido recoger esas bellas flores. Si tú no fueras exactamente como eres, con todos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.
Todos tenemos grietas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de lograr en la vida, bellos resultados.
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